EMILE CIORAN
Más
que un error de fondo, la vida es una "falta de gusto" que ni la
muerte, ni siquiera la poesía, logran corregir.
La
filosofía sirve de antídoto contra la tristeza. Y hay quienes creen aún en la profundidad
de la filosofía.
Aunque
pudiera luchar contra un ataque de depresión, ¿en nombre de qué vitalidad me
ensañaría con una obsesión que me pertenece, que me precede?.
Encontrándome bien, escojo el camino que me place; una vez "tocado",
ya no soy yo quien decide: es mi mal. Para los obsesos no existe opción alguna:
su obsesión ha elegido ya por ellos. Uno se escoge cuando dispone de
virtualidades indiferentes; pero la nitidez de un mal es superior a la
diversidad de caminos a elegir. Preguntarse si se es libre o no: bagatela a los
ojos de un espíritu a quien arrastran las calorías de sus delirios. Para él,
enzalzar la llibertad es dar pruebas de una salud indecente.
¿La libertad?. Sofisma de la gente sana.
¿La libertad?. Sofisma de la gente sana.
Si
apenas he obtenido ideas de la tristeza, es porque la he amado demasiado para
empobrecerla ejercitándome en ella
Sufrimos:
el mundo exterior comienza a existir...; sufrimos demasiado: desaparece. El
dolor lo suscita únicamente para desenmascarar su irrealidad.
Cuanto
más difuso sea el objeto de una pasión, mejor ella nos destruye; la mía fue el
Hastío: sucumbí a su imprecisión.
La
fe, la política o la violencia reducen la desesperación; por el contrario, todo
deja intacta a la melancolía: ella sólo podría cesar con nuestra sangre.
Gracias
a la melancolía -ese alpinismo de los perezosos-, escalamos desde nuestro
lecho todas las cumbres y soñamos en lo alto de todos los precipicios.
Oriente
se interesó por las flores y el renunciamiento. Nosotros le oponemos las
máquinas y el esfuerzo, y esta melancolía galopante -último sobresalto de
Occidente.
Vivo
únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio,
hace tiempo que me hubiera matado.
Si
exprimiéramos el cerebro de un loco, el líquido obtenido parecería almíbar al
lado de la hiel que segregan algunas tristezas.
Refutación
del suicidio: ¿No es inelegante abandonar el mundo que tan gustosamente se ha
puesto al servicio de nuestra tristeza?.
Sólo
se suicidan los optimistas, los optimistasque ya no logran serlo. Los demás, no
teniendo ninguna razón para vivir, ¿por qué la tendrían para morir?.
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Raul