El kirchnerismo siempre desestimó la
estructura partidaria del PJ, sin embargo fue el trampolín que usó
Néstor Kirchner para llegar a
la intendencia de Río Gallegos conformando el Frente para la
Victoria Santacruceña,sigla que reemplazaría de por vida al despreciado
“pejotismo” como
rebautizaron peyorativamente Néstor y Cristina al partido fundado
por Perón.
De allí en más el PJ solo significó
para el kirchnerismo una estructura jurídica electoral y una máscara
para recaudar aportes partidarios de cargos públicos los que iban a
parar a
una millonaria cuenta personal en dólares que el entonces
gobernador y su secretario Rudy Ulloa atesoraban en el Banco Santa
Cruz.
Durante dos décadas el peronismo no
tuvo elecciones internas en Santa Cruz, lo que explica en parte el
triunfo de Daniel Peralta, viejo militante del sindicalismo y el
peronismo, sobre los
desconcertados advenedizos neoperonistas de La Cámpora,
estimulados desde Olivos por Carlos Zaninni y Julio De Vido, y
apuntalados en la provincia por los intendentes
enfrentados al gobernador y dirigentes caídos en
desgracia en su mayoría denunciados entre sí por
corrupción y traición a la causa.
El actual Ministro de
defensa Arturo Puricelli en otros tiempos solía
denunciar a los Kirchner por los desaparecidos fondos en
el exterior, mientras los Kirchner le recordaban al ex
gobernador, que durante su gestión desapareció un millón
de dólares del entonces estatal Banco Provincia.
Histórico rival de los
Kirchner en la provincia Puricelli incursionó en la
interna inaugurando una unidad básica kirchnerista
anunciando “se está jugando el destino de los
próximos 30 años”. Patética foto de la degradación
de un político vetusto en busca del paraíso perdido.
Además el ahora funcionario
y entusiasta predicador K fue expulsado de las filas
partidarias en los noventa primero por menemista y luego
por haber hecho un frente con el radicalismo, e incluso
echado por el Presidente Duhalde de un cargo en el
ministerio del interior por expreso pedido de Néstor
Kirchner
NO ES LO QUE PARECE
Para alejar las esquirlas
de la derrota el kirchnercamporismo apeló a un discurso
de manual del siglo pasado con excusas vanas. La
agencia oficial de noticias TELAM salió rápidamente a
minimizar el resultado que “por escaso margen” dio el
triunfo a Peralta:
“Máximo, como otros
miembros de la familia, no concurrió a votar, ni
participó de la contienda”
vociferó Telam apuntalando el discurso oficial que
intentará capear la adversidad y sobre todo despegar al
gobierno nacional, al ausente hijo presidencial, y a sus
practicantes políticos investidos de diputados, del
papelón que les propinó un gobernador al que
arrinconaron hasta convertirlo en un enemigo
impredecible.
El faltazo de Máximo a emitir
el voto fue estratégicamente decidido apenas aparecieron
las primeras señales de una derrota que podía exponerlo
públicamente al escarnio.
En rigor la elección del 31
de marzo no hubiera alcanzado mayor relevancia sino
fuera porque el kirchnerismo apostó a una derrota
partidaria de Peralta que profundice la estrategia
destituyente que comenzó a operarlo el 29 de diciembre
de 2011 con los diputados de la Cámpora y el
vicegobernador Cotillo a la cabeza.
Las presencias de los
senadores ultra K , Pablo Gonzales, y Esther Labado,
ambos derrotados en sus ciudades, son la evidencia de la
preocupación del gobierno nacional por el resultado de
la interna.
“El PJ nunca decidió nada”
sostienen los viejos peronistas de Santa Cruz, y tienen
razón.
“Gobierno con la Cámara en
contra, miren si no voy a poder gobernar con el partido
en contra” respondía el gobernador cuando lo
consultaban sobre un posible revés electoral.
No obstante en la era
poskirchnerista el resultado que arrojó la novedosa
interna justicialista define una cuestión crucial para
Daniel Peralta: va a poder ratificar su decisión de
concurrir a las elecciones legislativas con candidatos
propios del PJ. De haber perdido la interna
el congreso partidario lo habría obligado a
encolumnarse detrás de la estrategia del Frente para la
Victoria.
Una elección que jamás debió
haber existido, parece maldecir hoy el
Kirchnercamporismo con el diario del lunes, y con una
dura la derrota a cuestas infringida por un gobernador,
astilla del mismo palo, a quien el propio kirchnerismo
impulsó, luego ninguneó, y al que intentó doblegar por
la humillación o por las urnas, sin éxito. Por el
momento.
Aunque todo indica la
arremetida contra Peralta no va a cejar. Es la
naturaleza k, ni un paso atrás, menos aún con las
heridas expuestas.
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